martes, 26 de marzo de 2013

Emi y Eze, Philipp y Carolin, argentinos y alemanes recorriendo Siem Riep

Buenas a nuestro reducido pero fiel grupo de seguidores, quizas sea raro para muchos enterarse de una nueva publicación en el blog, lamentablemente y auqnue nos encantaría, no estamos en la ruta nuevamente, paseando y conociendo otras culturas, lo que estamos haciendo es saldar una cuenta pendiente, principalmente para nosotros. Estamos llegando a fines de marzo, y casi sin darnos cuenta, se cumple 1 año del inicio de nuestro viaje, de esos 3 meses que tanto disfrutamos y que permanecen en entre los mas lindos recuerdos de lo que vivimos hasta ahora. Antes de que la memoria nos traicione por completo,y haciendo uso de las anotaciones que en su momento nos servian de guia de viaje, vamos a tratar de completar lo que aún queda por contar!!

Emi y Eze, Philipp y Carolin, argentinos y alemanes recorriendo Siem Riep

Si en una charla entre amigos, o en una conversacion familiar, o en un encuentro entre viajeros, alguien me preguntara de golpe, y no me diera mucho tiempo para pensar, cual es mi mayor y mejor recuerdo de Camboya, este no seria la grandeza de los templos de Angkor y su magico y casi irreal ambiente; ni la sencillez y calidez de su gente; tampoco el olor,color y sabor de su comida callejera que tanto disfrutamos acompañada de unas frias cervezas; muy cerca de ganar el privilegio de ese mejor recuerdo, pero unos escalones mas abajo, estarían los relajantes, adicitivos y renovantes masajes camboyanos; pero no, todos esos recuerdos seran superados por Carolin y Philipp, los alemanes con los que compartimos nuestra estadia en esta ciudad, pero de eso se trata este tipo de viajes, mas alla de los monumentos, templos, playas y paisajes conocidos, lo mejor de todo es la nostalgia que dejan los amigos que nos ofrece el camino.
Continuando con la publicación anterior, la comby que habíamos contratado en la frontera, y en la cual ibamos aproximadamente unas 14 personas, nos llevó a traves de una transitada y arriesgada ruta, con las lógicas paradas en los previamente convenidos puestos de comida donde ellos decidian que teniamos sed y hambre, hasta las afueras de la ciudad de Siem Riep, nuestro destino final.
A estas detenciones indeseadas en los puestos de comida, se sumo una ultima, a unos cuantos kilometros del centro de la ciudad. Repentinamente y sin previo aviso, la comby se detuvo en una esquina donde aguardaban una decena de tuctus, los famosos triciclos motorizados que en estas latitudes hacen las veces de taxis. Obviamente, sus conductores tenian arreglos con ciertos hoteles, por lo que nuestro chofer se negaba rotundamente a dejarnos en el lugar originalmente establecido, ¡incluso alegando que  lo hacia porque no conocia la ciudad y no sabia que camino tomar para dejarnos en el centro! ya curtidos por experiencias anteriores y con la firmeza que ya a esta altura nos caracteriza, luego de una discusión de 1 hora logramos que nos dejaran en el lugar pactado al contratar el servicio.
Una vez que el grupo de los 14 bajo de la comby y recogimos nuestras mochilas, emprendimos la caminata que representaba la ardua tarea de buscar hospedaje. A medida que ibamos consultando en los distintos hostels, el grupo se iba desmembrando, hasta que finalmente quedamos Emi y yo con los dos alemanes, Carolin y Philipp.
Ellos venian ya con informacion sobre un determinado hostel, donde uno podia hospedarse por la irrisoria suma de ¡1 dólar!, por lo que buscamos la callecita correspondiente y hacia alli enfilamos. Luego de preguntar a unos cuantos extranjeros como nosotros, llegamos al lugar indicado, y obviamente, con esos precios, estaba completo, por lo que continuamos la caminata por una colorida calle de tierra, hasta que, luego de encontrar respuestas negativas en unos tres o cuatro lugares, finalmente llegamos al que seria nuestro lugar de estancia en las proximas 5 noches.
El hotel, entre los mas lindos de todos los que nos recibieron en estos meses de viaje. El precio era un poco mas elevado del que veniamos pagando hasta ahora, pero igualmente seguia siendo muy económico para lo que nos ofrecía. Por unos 12 dólares la noche, nos alojamos en una habitacion grande, cómoda, con baño privado, café y frutas gratis todo el día!!
Les contamos un poco de Siem Riep, ciudad que a pesar de no ser la capital del Reino de Camboya, es la mas importante y el punto de parada obligatorio de todos los que deciden visitar este país.
Sin embargo, este titulo de ciudad mas importante es tan solo honorífico, mas el recuerdo de un pasado glorioso que lo que su realidad refleja. Pero Camboya es un país que esta intentando resurgir, esta asomando su cabeza de un pantano tan complicado al que ha caido luego del genocidio camboyano de la decada del 70, período en el cual han perdido la vida aproximadamente 2 millones de personas a causa de las ideas comunistas de un grupo de fanaticos.
Al recorrer sus calles uno da cuenta de lo pobreza en la cual estan sumidos sus habitantes, se refleja en el dia a dia en lo precario de sus construcciones, en lo improvisado de sus medios de transporte, en los ojos hundidos de sus mayores y en la necesidad de miles de familias que envían a sus pequeños hijos, algunos a trabajar, y muchos otros a mendigar, y uno se enfrenta a la dura pregunta de intentar responderse quien esta peor, si el niño que mendiga o el niño que trabaja.
Volviendo al relato de lo acontecido en nuestra estadia, despues de hacer los trámites de rutina en el hotel, pegarnos una ducha y cambiarnos, salimos con nuestros amigos alemanes a buscar algun lugar para comer.
Lo de los alemanes fríos, insensibles y malhumorados, es solo un mito, en esta pareja hemos encontrado a dos de las personas mas buenas, alegres y sencillas que hemos conocido durante todo el viaje.
Nuestra intención con Emi era probar algún plato típico de la comida Camboyana, pero los teutones tenían otra idea...ya les habían hablado de un lugar famoso en Siem riep donde comer pizza. el tema es que este lugar no es famoso porque la masa de la pizza sea la mas rica del planeta, ni porque pongan las aceitunas mas grandes que uno haya probado, este lugar es famoso porque entre la variedad de sus pizzas hay una donde en lugar de rucula le ponen marihuana..Teníamos una idea sobre la ubicación del restaurante, y una vez que dimos con la calle correcta fue muy fácil encontrarlo, ya que a lo lejos se divisaba un cartel que con letras mayúsculas y coloradas rezaba: "HAPPY PIZZA"!!.
Nuestros amigos alemanes pidieron esa especialidad, y con Emi nos decidimos por una más clásica, todo acompañado por un par de cervezas Angkor, la cual se convertiría en los días siguientes en nuestra mas fiel compañera, de alguna forma había que paliar el insoportable calor húmedo que azota las tierras camboyanas.
Para los interesados, según palabras de nuestro amigo Philipp, esa pizza no lo dejó mas feliz que un gol de su querida selección alemana, por lo que de Happy Pizza es mas una atracción turística que un viaje alimenticio al mas allá.
Despúes de comer pasamos a seguir disfrutando de la noche tomando unas cervezas en uno de los numerosos barcitos que decoran las dos calles principales de la ciudad, en un ambiente muy colorido y relajado, con gente de todas partes del mundo, y aqui si es inevitable que uno termine Happy, ya que el vaso de cerveza tirada cuesta 50 centavos de dólar!!mas que un regalo una bendición para nuestros sedientos cuerpos!!
                                                    Sólo por 50 centavos de dólar!!



En nuestro segundo día, amanecimos temprano y alquilamos cuatro bicicletas en el hotel con las que recorrimos gran parte de la ciudad. Después de desayunar, partimos con muchas ganas y sin un rumbo fijo, queríamos conocer la esencia de la ciudad mas allá de lo meramente turístico que resultaba la ciudad de Angkor.
Nos metimos en el corazón de Siem Riep, por pequeñas callecitas en las que no circulaban turistas y donde nos permitimos conocer un poco la filosofía de vida de sus habitantes.
Nos detuvimos en cada punto que nos atraía, y así pasamos por numerosos templos donde vimos monjes rezando y custodiando a sus ídolos, entramos en una escuela donde cada uno de los alumnos, prolijamente uniformados, nos sonreía, y nos sorprendió ver como en el recreo muchos de ellos barrian el patio y cargaban baldes de agua para tirar en la tierra y evitar que la misma se levante, todo ello lo llevaban a cabo con la mas sincera y dulce de las sonrisas, la cual acentuaban aún mas al momento de sacarles una foto.






Las construcciones son realmente precarias, muchas de ellas incluso sin los elementos básicos para una vida digna. Se trata de casillas de madera y troncos, construidas sobre pilotes a varios metros del suelo, seguramente para evitar barriales e inundaciones en la epoca en que el monzón hace estragos, todos ellas bajo lamentables condiciones de hacinamiento ya que los controles de natalidad sobre la población son muy escasos y el promedio de hijos por familia es cercano a 6, un número extremadamente alto para lo que espera en el futuro a esos niños que traen al mundo.

Una de las tíícas casas camboyanas.


Despues de un largo paseo, emprendimos el regreso hacia el hotel, el calor que golpea esta ciudad es realmente agotador y consume en pocas horas las energías, por lo que decidimos que el pedaleo había sido suficiente, no sin antes tener un pequeño percance ya que debido a una brusca maniobra mía de frenado repentino, Emi me llevó puesto y choco mi bicicleta rompiendo la cadena, que con la ayuda de Philipp y un par de alambres encontrados al costado del camino pudimos reparar.




Una vez en el hotel, nos sacamos la tierra acumulada con un necesario baño, nos cambiamos de ropa y fuimos a la terraza de un hotel donde el Sunset Bar hace culto a cada letra de su nombre y nos brindó una postal de uno de los mas lindos atardeceres del sudeste asiático, como no podía ser de otra manera, acompañado por unos vasos de Angkor Beer, que compartimos con Carolin y Philipp mientras charlabamos de nuestras vidas y costumbres, de nuestros gustos e ideas, llegando a la conclusión de que viviendo en Argentina y Alemania, estamos tan lejos, pero tan cerca..




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